Si existe un club sufrido en el fútbol argentino ese es el Club A. Excursionistas. Pero remarco que no está en el pelotón de vanguardia. Es el más sufrido lejos, por varios cuerpos de ventaja sobre Racing, Gimnasia, Huracán, Muñiz, Puerto Nuevo o Fénix.
Luego del descenso de 1972 a Primera C, parecía que en cuestión de tiempo retornaría a la Primera B, lugar que lo había tenido como animador desde la instauración del profesionalismo en la década del 30. Llamativamente los años pasaban, y siempre sucedía algo extraño que hacía perder la chance del ascenso: finales perdidas en los últimos minutos, arbitrajes bochornosos y cambios reglamentarios que nunca nos favorecían. Esto último en referencia a que cuando eran promovidos a la categoría superior los primeros dos equipos de la tabla de posiciones, Excursio se ubicaba tercero invariablemente. Luego se implementó el octogonal y en el primer reducido quedamos eliminados por penales con Alem, ante una multitud en cancha de Platense. Al año siguiente se impuso la ventaja deportiva y se quitaron los penales.
Algunos creen en la teoría conspirativa del monstruo que nos pisa la cabeza llamado Grondona o Deluca, otros en la mala suerte y los mas místicos que Dios se ensañó con nosotros.
Pero hubo un día, no digo un día, hubo unos minutos en los que creí que todo cambiaba. Que las cosas buenas nos sucederían a nosotros, que alguien nos había puesto en la lista de los exitosos con Armenio, Defensa, Lanús, Español, San Miguel o Laferrere. Imaginaba que podíamos hacer una campaña heróica ganando un octogonal y ascender, jugar en la Primera B y salir campeones invictos desfilando en todas la canchas y jugar el Nacional, con el sueño intacto de algún día tocar la Primera División.
Sentí que ese día nos tocaba a nosotros, que se rompían las reglas, que no era necesario tener un equipo de estrellas rutilantes que juegue un fútbol de alto vuelo. Sencillamente habíamos salido sorteados, y los árbitros dudaban a favor nuestro y no en contra, los linesman cometían errores a favor y no en contra, y la redonda buscaba la red en cada disparo.
¿Porqué no podía ser real? ¿cuántos delanteros vimos en nuestras vidas que tuvieron un éxito fugaz y luego volvieron al anonimato?
Los minutos a los que me refiero corresponden al día 25 de febrero de 1995. Ese día enfrentábamos a Atlanta en Villa Crespo por el torneo clausura de Primera B, al que habíamos accedido a mediados del año anterior tras ganar un Octogonal increíble. Pero esa es otra historia que merecerá ser contada en otra ocasión.
Sobre el final del primer tiempo siendo las 17:40 horas Oscar Vitale abría el marcador en Corrientes y Humboldt, desatando la locura en la cabecera visitante: Atlanta 0 – Excursio 1. Una catarata de recuerdos se me vino encima, el sol de frente en la tribuna visitante era abrasador. Sentado en un tablón buscando aire luego del grito desenfrenado de gol, varios flashes acudían a mi mente: el mencionado ascenso a la B ganando el octogonal y el convencimiento de que algo estaba por cambiar en nuestra triste historia. Pero también surcó mi memoria el historial con los bohemios ampliamente desfavorable, y otro flash me traslada a la goleada de Atlanta por 0-6 propinada en Floresta en la primera rueda. Pero he aquí la parte más consistente de mi ilusión, Excursionistas había empatado las dos primeras fechas de aquel Clausura, y luego le había ganado a Colegiales y Tigre. Con ese gol de Vitale alcanzábamos la cima de la tabla en el torneo de la Primera B.
Desde el año 1972 era el punto más alto al que Excursionistas había podido llegar en el fútbol. Fueron minutos increíbles e interminables.
Pero nada de mi ilusión fue real. Nadie nos había anotado en la lista de los exitosos, el historial se nos vino encima y Atlanta se impuso 1-3, el verde descendió por un punto. Para colmo de males, los costos y la mala administración de ese año en la categoría superior casi nos llevan a la quiebra en 1998.
En los años siguientes cayeron sobre nosotros miles de frustraciones colaborando en gran forma con la teoría conspirativa.
Por eso cuando hablan de sufridos, los más sufridos somos nosotros, los obsesionados hinchas de Excursionistas que seguimos manteniendo la esperanza que algún día alguien nos anotará en la otra lista, en la lista de los exitosos.
Luego del descenso de 1972 a Primera C, parecía que en cuestión de tiempo retornaría a la Primera B, lugar que lo había tenido como animador desde la instauración del profesionalismo en la década del 30. Llamativamente los años pasaban, y siempre sucedía algo extraño que hacía perder la chance del ascenso: finales perdidas en los últimos minutos, arbitrajes bochornosos y cambios reglamentarios que nunca nos favorecían. Esto último en referencia a que cuando eran promovidos a la categoría superior los primeros dos equipos de la tabla de posiciones, Excursio se ubicaba tercero invariablemente. Luego se implementó el octogonal y en el primer reducido quedamos eliminados por penales con Alem, ante una multitud en cancha de Platense. Al año siguiente se impuso la ventaja deportiva y se quitaron los penales.
Algunos creen en la teoría conspirativa del monstruo que nos pisa la cabeza llamado Grondona o Deluca, otros en la mala suerte y los mas místicos que Dios se ensañó con nosotros.
Pero hubo un día, no digo un día, hubo unos minutos en los que creí que todo cambiaba. Que las cosas buenas nos sucederían a nosotros, que alguien nos había puesto en la lista de los exitosos con Armenio, Defensa, Lanús, Español, San Miguel o Laferrere. Imaginaba que podíamos hacer una campaña heróica ganando un octogonal y ascender, jugar en la Primera B y salir campeones invictos desfilando en todas la canchas y jugar el Nacional, con el sueño intacto de algún día tocar la Primera División.
Sentí que ese día nos tocaba a nosotros, que se rompían las reglas, que no era necesario tener un equipo de estrellas rutilantes que juegue un fútbol de alto vuelo. Sencillamente habíamos salido sorteados, y los árbitros dudaban a favor nuestro y no en contra, los linesman cometían errores a favor y no en contra, y la redonda buscaba la red en cada disparo.
¿Porqué no podía ser real? ¿cuántos delanteros vimos en nuestras vidas que tuvieron un éxito fugaz y luego volvieron al anonimato?
Los minutos a los que me refiero corresponden al día 25 de febrero de 1995. Ese día enfrentábamos a Atlanta en Villa Crespo por el torneo clausura de Primera B, al que habíamos accedido a mediados del año anterior tras ganar un Octogonal increíble. Pero esa es otra historia que merecerá ser contada en otra ocasión.
Sobre el final del primer tiempo siendo las 17:40 horas Oscar Vitale abría el marcador en Corrientes y Humboldt, desatando la locura en la cabecera visitante: Atlanta 0 – Excursio 1. Una catarata de recuerdos se me vino encima, el sol de frente en la tribuna visitante era abrasador. Sentado en un tablón buscando aire luego del grito desenfrenado de gol, varios flashes acudían a mi mente: el mencionado ascenso a la B ganando el octogonal y el convencimiento de que algo estaba por cambiar en nuestra triste historia. Pero también surcó mi memoria el historial con los bohemios ampliamente desfavorable, y otro flash me traslada a la goleada de Atlanta por 0-6 propinada en Floresta en la primera rueda. Pero he aquí la parte más consistente de mi ilusión, Excursionistas había empatado las dos primeras fechas de aquel Clausura, y luego le había ganado a Colegiales y Tigre. Con ese gol de Vitale alcanzábamos la cima de la tabla en el torneo de la Primera B.
Desde el año 1972 era el punto más alto al que Excursionistas había podido llegar en el fútbol. Fueron minutos increíbles e interminables.
Pero nada de mi ilusión fue real. Nadie nos había anotado en la lista de los exitosos, el historial se nos vino encima y Atlanta se impuso 1-3, el verde descendió por un punto. Para colmo de males, los costos y la mala administración de ese año en la categoría superior casi nos llevan a la quiebra en 1998.
En los años siguientes cayeron sobre nosotros miles de frustraciones colaborando en gran forma con la teoría conspirativa.
Por eso cuando hablan de sufridos, los más sufridos somos nosotros, los obsesionados hinchas de Excursionistas que seguimos manteniendo la esperanza que algún día alguien nos anotará en la otra lista, en la lista de los exitosos.
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