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viernes, 7 de octubre de 2011

Claypole 1 – Excursionistas 0 (20.12.97)

El Club Atlético Claypole es un humilde club de fútbol, ubicado en la localidad del mismo nombre en el partido de Alte. Brown. Su pequeño estadio, el Rodolfo Capocassa está situado en el Barrio de Don Orione, que toma su nombre del Cottolengo franciscano allí ubicado. Pese a nunca haberse destacado sobremanera en el fútbol afista (se afilió recién en 1978), tiene una relativamente importante raigambre popular en la zona.
La última vez que habíamos enfrentado a Claypole había sido en noviembre de 1993. Recordaba muy bien aquella tarde. Durante esa semana averiguamos y nos asesoramos bien sobre como llegar a la cancha. El colectivo 160 nos dejaba “perfecto” tales las palabras exactas que utilizó un vecino del lugar al que consultamos. Según nuestros datos nos acercaba a tres o cuatro cuadras. Aunque, en realidad, todos sabemos que esa distancia en el tema fútbol de ascenso puede ser pequeña y sencilla o un recorrido maratónico sumamente dificultoso.
Luego que el colectivo realizara un breve citytour por adentro del Barrio Don Orione, una zona que resultó bastante densa donde subieron varios hinchas del tambero, descendimos muy cerca del viejo Cottolengo. Dejamos que los hinchas locales se alejaran un poco hasta que quedamos solos. La vieja bandera del verde descansaba debajo de mi remera y por el momento todo estaba tranquilo. Cruzamos un paso a nivel del Ferrocarril Roca, pasamos por debajo de un puente en construcción, y casi sin darnos cuenta nos vimos rodeados por un grupo de jóvenes. Si bien no se dirigían hacia nosotros, acompañaban nuestro andar. Su cercanía era sospechosa. Dos en bicicleta y otros tres caminando se empujaban y gritaban. Cada vez se acercaban más. Ellos no sabían si íbamos a la cancha (aunque casi descuento que eso pensaban), pero la situación se estaba poniendo tirante. Habíamos divisado el estadio y emprendimos una caminata paralela al paredón. Desde lejos se veía el final del extenso muro, y luego un gran descampado donde un caballo pastaba tranquilamente, totalmente ajeno a lo que estaba por suceder. Cuando esperábamos lo peor, justo en el momento que íbamos a ser presa de ese grupo selecto de bandidos, apareció un micro con la hinchada de Excursionistas!!. En la misma esquina descendieron alentando por el verde y disparando cohetes al aire. Semejante intrusión provocó que nuestros amigos se alejaran velozmente. Al mismo tiempo las detonaciones hicieron que el equino se pare en dos patas, y entre relinchos quejosos emprenda una cabalgata por la campiña claypolense.
Nos sumamos al grupo de hinchas recientemente llegados e ingresamos al humilde estadio Rodolfo Vicente Capocassa, para colgar las banderas y ver como el verde empataba 1-1 con gol de Dopazo.
Cuatro años más tarde el fixture nuevamente nos hacía viajar hacia el mismo destino. Claypole había logrado retornar a la divisional tras otro dificultoso paso por la Primera D, esa dimensión desconocida que ocupa el último peldaño del fútbol argentino. Un dato no menor y que es importante destacar era que la cancha había sido clausurada durante muchos meses, y luego de la intensa labor de los vecinos y socios había sido nuevamente habilitada. Este hecho había sido tomado como una verdadera conquista del pueblo tambero.
Llegamos, esta vez en auto, a la esquina del Cottolengo Don Orione y tomamos hacia el puente que ya había sido habilitado. Desde lo más alto se ofrecía ante nuestros ojos una vista aterradora. Ya nada era igual que hace cuatro años atrás en esa vieja canchita de campo, ahora todo había cambiado, pero todo para peor.
El Capocasa lucía una imagen espectacular, con todos sus sectores colmados de público. Las columnas de hinchas se acercaban desde todos los puntos cardinales. Parecía una fortaleza medieval inexpugnable. A los pocos segundos que comenzó nuestro ascenso por el puente, los hinchas apostados sobre el paredón perimetral, notaron inmediatamente que éramos hinchas de Excursionistas. Agitaron sus brazos en el aire, en una señal inequívoca de que si pretendíamos acercarnos la pasaríamos mal. Ya era imposible entrar.... En ese instante recordamos lo que un caracterizado y ultra fiel seguidor de Excursio nos había advertido: "No vayan... no van a poder entrar...", consejo que desde luego desoímos desde nuestra prepotente juventud.
Mientras intentábamos sintonizar la radio, íbamos y veníamos por el puente buscando un agujero por el cual escabullirnos, pero no había un espacio que no estuviese custodiado por un tambero.
Durante el primer tiempo observamos otros autos con hinchas de Excursio que tampoco conseguían una forma de entrar. Un Ford Falcon negro con más de una década encima y casi destruido, completo de hinchas locales también se paseaba por el puente como marcando territorio y a la caza de algún desprevenido.
Promediando el segundo tiempo arribó el micro con las huestes del Bajo Belgrano y pensamos lo peor. Ellos si intentaron atravesar el territorio y llegar a la tribuna visitante. Se produjo un violento intercambio de piedras, palos y proyectiles de todo tipo. Tras un lapso importante apareció en el lugar la infantería bonaerense para separar. Arrió a los hinchas visitantes y los echo del barrio en su viejo micro destartalado de regreso a Belgrano.
Ya casi terminaba el partido y decidimos que era hora de volver. Aunque no pudimos entrar, sentimos que nuestra misión de acompañar al verde había sido cumplida.
Para la estadística el verde saltó al campo de juego con: Pattón Urich, Calabrese, Weimbinder, Abbona, Lorenzo, Brotto, Míguez (Fort), Leguizamón, Chávez (Folino), Olivetto (Colabufa), Gigante y el resultado fue una derrota por 0-1. Al final del torneo Claypole descendió nuevamente a Primera D y nunca más volvimos al Capocassa.