Por Marcos Damián Tricarico
La Argentina vivía por aquellas horas un momento de profunda emoción producto de la reconquista de las Islas Malvinas. La política decisión fue tomada por el gobierno de facto presidido por el ya fallecido General Leopoldo Fortunato Galtieri, un militar que junto con muchos otros hombres de las fuerzas armadas y cientos civiles cómplices buscaban perpetuarse en el ejercicio del poder. El país pasaba en pocas horas de la durísima represión y muerte, vivida en la plaza de mayo por la protesta de la CGT, a la euforia por la reconquista de “la querida perla austral”. La atención de la ciudadanía, sin dudas, se había centrado en las noticias que llegaban desde las Islas, a través de los distintos comunicados que eran suministrados por la cadena nacional de radiodifusión. Sin embargo, la disputa de los partidos correspondientes a las distintas categorías del fútbol argentino no se suspendieron, los mismos se llevaron a cabo en los escenarios asignados para cada uno de ellos, como es el caso de este partido disputado en la ciudad de Rosario entre Central Córdoba y nuestro querido Excursionistas. La intensa lluvia que caía en la “Chicago Argentina” no impidió que un centenar de “leales” se llegasen hasta el estadio Gabino Sosa para brindar el aliento a este muy buen equipo. De todos modos aquella tarde, todos los presentes nos hallábamos con las portátiles escuchando las últimas novedades suministradas por los comunicados, aunados por la gesta de Malvinas. Recuerdo que la absurda división de clases entre “provincianos” y “porteños” no existió, fusionándonos todos en el momento del izamiento de nuestra insignia patria en un emocionante grito de ¡¡ARGENTINA!! ¡¡ARGENTINA!!. El encuentro fue muy intenso en donde el equipo dirigido por Marchetti buscó el arco rival con inteligencia y buena disposición; en cambio el local a través de la dinámica de su mediocampo y la peligrosidad de su delantero Guerrero, intentó acercar peligro al arco defendido por Llesona. La intensa lluvia conspiró en el despliegue del buen juego que ambas escuadras pudieran tener, haciendo que el partido tuviera acciones imprevistas como el primer gol del charrúa rosarino. El “Verde” de ahí en más, con voluntad y mucho esfuerzo por vencer a las adversidades que mostraban el resultado y las inclemencias del tiempo, fue hacia el arco de Quinto Pagés. Lo buscó a lo largo de todo el tiempo que restó para terminar la primera etapa y en casi toda la segunda, pero el pobre desempeño del árbitro conspiró contra tal búsqueda; las expulsiones de los delanteros Garaffa y El Alí fueron determinantes para el resultado, ya que en los minutos finales otra vez Guerrero marcaba el segundo tanto de su equipo. Sólo el orgullo del equipo le permitió arribar al descuento gracias a un penal convertido por Fonseca Gómes. El 2 a 1 final se constituyó en la primera derrota de este gran equipo que siguió buscando el anhelado sueño del ascenso a la “B”. Mientras en Argentina se abría una herida que 30 años más tarde aún continuaría abierta.
La Argentina vivía por aquellas horas un momento de profunda emoción producto de la reconquista de las Islas Malvinas. La política decisión fue tomada por el gobierno de facto presidido por el ya fallecido General Leopoldo Fortunato Galtieri, un militar que junto con muchos otros hombres de las fuerzas armadas y cientos civiles cómplices buscaban perpetuarse en el ejercicio del poder. El país pasaba en pocas horas de la durísima represión y muerte, vivida en la plaza de mayo por la protesta de la CGT, a la euforia por la reconquista de “la querida perla austral”. La atención de la ciudadanía, sin dudas, se había centrado en las noticias que llegaban desde las Islas, a través de los distintos comunicados que eran suministrados por la cadena nacional de radiodifusión. Sin embargo, la disputa de los partidos correspondientes a las distintas categorías del fútbol argentino no se suspendieron, los mismos se llevaron a cabo en los escenarios asignados para cada uno de ellos, como es el caso de este partido disputado en la ciudad de Rosario entre Central Córdoba y nuestro querido Excursionistas. La intensa lluvia que caía en la “Chicago Argentina” no impidió que un centenar de “leales” se llegasen hasta el estadio Gabino Sosa para brindar el aliento a este muy buen equipo. De todos modos aquella tarde, todos los presentes nos hallábamos con las portátiles escuchando las últimas novedades suministradas por los comunicados, aunados por la gesta de Malvinas. Recuerdo que la absurda división de clases entre “provincianos” y “porteños” no existió, fusionándonos todos en el momento del izamiento de nuestra insignia patria en un emocionante grito de ¡¡ARGENTINA!! ¡¡ARGENTINA!!. El encuentro fue muy intenso en donde el equipo dirigido por Marchetti buscó el arco rival con inteligencia y buena disposición; en cambio el local a través de la dinámica de su mediocampo y la peligrosidad de su delantero Guerrero, intentó acercar peligro al arco defendido por Llesona. La intensa lluvia conspiró en el despliegue del buen juego que ambas escuadras pudieran tener, haciendo que el partido tuviera acciones imprevistas como el primer gol del charrúa rosarino. El “Verde” de ahí en más, con voluntad y mucho esfuerzo por vencer a las adversidades que mostraban el resultado y las inclemencias del tiempo, fue hacia el arco de Quinto Pagés. Lo buscó a lo largo de todo el tiempo que restó para terminar la primera etapa y en casi toda la segunda, pero el pobre desempeño del árbitro conspiró contra tal búsqueda; las expulsiones de los delanteros Garaffa y El Alí fueron determinantes para el resultado, ya que en los minutos finales otra vez Guerrero marcaba el segundo tanto de su equipo. Sólo el orgullo del equipo le permitió arribar al descuento gracias a un penal convertido por Fonseca Gómes. El 2 a 1 final se constituyó en la primera derrota de este gran equipo que siguió buscando el anhelado sueño del ascenso a la “B”. Mientras en Argentina se abría una herida que 30 años más tarde aún continuaría abierta.