Por Adrian Bollici
Una leyenda urbana que circula por la ciudad de La Plata, da cuenta que durante un clásico entre Estudiantes y Gimnasia jugado en el año 1992, en el preciso instante en que el uruguayo José Perdomo clavaba el gol tripero de la victoria, se registraron extrañas vibraciones que, según el Observatorio de la ciudad de las diagonales, habría sido un movimiento telúrico.
Un año y medio más tarde, el martes 14 de diciembre de 1993 para ser más exactos, Excursio recibía a Dep. Paraguayo en el Bajo Belgrano, por la sexta fecha del Torneo Clausura. El verde contaba entre sus lineas con un equipo más que aceptable, formado por algunos valores de nivel, quienes más tarde serían los héroes del ascenso a la Primera B. En las primeras cinco fechas Excursio había cosechado 3 victorias y 2 empates, entre ellas la inolvidable goleada a Midland por 3-1 (3 goles del increíble “Luisito” Maidana) en el lodazal en que convirtió la lluvia a nuestro campo de juego. Todos los hinchas vivíamos muy excitados esas horas porque el verde era el líder de la tabla de posiciones, seguido de cerca por un pelotón que esperaba su caída.
Una leyenda urbana que circula por la ciudad de La Plata, da cuenta que durante un clásico entre Estudiantes y Gimnasia jugado en el año 1992, en el preciso instante en que el uruguayo José Perdomo clavaba el gol tripero de la victoria, se registraron extrañas vibraciones que, según el Observatorio de la ciudad de las diagonales, habría sido un movimiento telúrico.
Un año y medio más tarde, el martes 14 de diciembre de 1993 para ser más exactos, Excursio recibía a Dep. Paraguayo en el Bajo Belgrano, por la sexta fecha del Torneo Clausura. El verde contaba entre sus lineas con un equipo más que aceptable, formado por algunos valores de nivel, quienes más tarde serían los héroes del ascenso a la Primera B. En las primeras cinco fechas Excursio había cosechado 3 victorias y 2 empates, entre ellas la inolvidable goleada a Midland por 3-1 (3 goles del increíble “Luisito” Maidana) en el lodazal en que convirtió la lluvia a nuestro campo de juego. Todos los hinchas vivíamos muy excitados esas horas porque el verde era el líder de la tabla de posiciones, seguido de cerca por un pelotón que esperaba su caída.
Aquel martes, día laboral, en
la cabeza de todos los villeros solo había una cosa, ganarle a Dep.
Paraguayo. Pese a que parecía un trámite sencillo, el año anterior
el conjunto guaraní nos había goleado en forma inapelable por 4-0.
Un resultado extrañísimo para esas épocas en que la localía
pesaba y mucho frente a estos cuadros. Excursio salió a enfrentar a
su rival formando con Giménez, un arquero que atajó poco pero que
dejó un gran recuerdo, Rodríguez, Dopazo, Gorsd y Lazarte, Leiva,
Pérez, Massara y Martín, y arriba Vitale y el “Búfalo”
Szeszurak. Iniciado el partido rapidamente observamos que el mismo
distaría mucho de ser un sencillo trámite. El verde no lastimaba ni
llegaba con claridad. De repente sucedió lo peor…. GOL de
Paraguayo, un tal Sergio Luna nos hizo rememorar el desastre del año
anterior enfrentando a los guaraníes. Excursionitas siguió sin
poder encontrar la forma de dar vuelta la historia, hasta que llegó
el pitazo final del primer tiempo y fueron a buscar la solución a
esa derrota parcial en el vestuario.
En la segunda mitad Excursio
salió a matar o morir. El aliento del público comenzó a meter al
rival en su arco, y el verde empezó a jugar en serio. Se sucedían
jugadas peligrosas una tras otra, pero la pelota no entraba… Hasta
que en forma agónica y en tiempo de descuento, cuando ya casi
habíamos asumido lo peor, el “Búfalo” tomó un balón que había
quedado picando a media altura dentro del área, y con el empeine lo
clavó violentamente en el arco. El empate motivó un grito de gol
estremecedor, un bramido único que pocas veces volvimos a escuchar
en las tribunas del Fortín de Belgrano. Tal vez la angustia de
tantas frustraciones de los últimos años hizo que la gente
explotara de tal manera, ante un resultado que no significaba
demasiado para las aspiraciones a campeonar. Es que, pese a todo, el
verde seguía puntero y era lo único que importaba.
Aunque ningún Departamento de
Sismología de la Capital Federal (si es que existe) registró
vibración alguna, estamos en condiciones de afirmar que todo el Bajo
Belgrano tembló aquella tarde, y que ese fue uno de los goles más
gritados en mucho tiempo.
En la segunda parte del torneo,
el equipo perdió el rumbo increiblemente, y una serie de derrotas
hicieron que casi clasifique al octogonal de casualidad. El resto es
historia conocida. El torneo reducido fue jugado con gran
personalidad e inteligencia, logrando excelentes resultados contra
los cucos como Tristán Suárez y Temperley, y cuando todos menos lo
esperábamos, ese plantel consiguió el anhelado y tantas veces
postergado ascenso a la Primera División B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario