Por Marcos Damián Tricarico.
La hora de la verdad llegaba al Bajo Belgrano; más allá del mal tiempo reinante y de las condiciones del campo de juego, todo estaba dado para que Excursionistas pasara los cuartos de final y prosiguiera su camino en búsqueda de su tradicional lugar: la Primera “B”. Mucho público de uno y otro bando, como suele suceder en todo clásico, con gran colorido en las tribunas y mucho fervor en los cánticos de aliento. Los “leales”, sin importar la pobre imagen que había dado el “Verde” en José Ingenieros, llegábamos con confianza e ilusión ya que, aún con el empate, se aseguraba el pasaje a la siguiente ronda. Por lo visto aquella tarde, no siempre tener dos resultados a favor es sinónimo de objetivo cumplido; lo digo ya que en ocasiones nos preguntábamos por qué nos tocaba estar obligados a un solo resultado y el rival a dos; y en otras por qué no teníamos la chance de definir la serie en condición de local. En fin, lo cierto y concreto es que a lo largo del tiempo, nos sucedieron todas las probabilidades de definición, y las mismas se nos escurrieron como agua entre las manos, al igual que en ésta, ya que el agua no faltó a la cita, puesto que la lluvia que cayó sobre gran parte del partido fue muy intensa. Pensábamos que la actitud calculadora que tuvo Excursionistas en el partido de ida, se debía exclusivamente al carácter de jugar de visitante, y que no era un sistema de juego a implementarse en la serie. El “Verde” se equivocó en querer llevar a cabo nuevamente el mismo sistema táctico, dado que permitió dejar venir a un Almagro necesitado y obligado; tanto lo dejó venir que el visitante paulatinamente fue ganando la posesión del terreno y la pelota. Lentamente el trabajo realizado por Mazariche, (¿lo recuerda?) y Ruiz en el mediocampo, más los desplazamientos ofensivos de Horvath (¿le resulta conocido?) y de un ignoto Omar Catalán, que tres años después pasaría a la historia grande del Racing Club, convirtiendo el gol con el que la “Academia” conquistara la Supercopa, fue cimentando el triunfo “tricolor” que lograría con goles de Horvath de penal y de Omar Catalán, éste último luego de un grosero e imperdonable error de Julio Panelo, del quien no se tenía el mejor de los recuerdos tras su actuación dos años antes en la final con Talleres en Escalada. La jugada fatídica se produjo cuando el zaguero intentó jugar para atrás una pelota que tenía muchas probabilidades de quedarse frenada en el barro, como finalmente ocurrió y a la que se le conjugaron la salida tardía del arquero Quiroga y la velocidad del mencionado Catalán. Allí todo acabó, más allá del penal convertido por Saa y del descuento otorgado por el árbitro. La nueva decepción se daba la mano otra vez con una historia repetida; las broncas y los análisis futboleros estuvieron por doquier en el patio del “cabildo,” y se vieron alterados por fuerte reproches efectuados al zaguero Panelo, quien malamente pretendió repeler el mismo aduciendo estar bajo los síntomas de un shock nervioso, que no justifiqué en aquel momento ni aún hoy justifico.
La hora de la verdad llegaba al Bajo Belgrano; más allá del mal tiempo reinante y de las condiciones del campo de juego, todo estaba dado para que Excursionistas pasara los cuartos de final y prosiguiera su camino en búsqueda de su tradicional lugar: la Primera “B”. Mucho público de uno y otro bando, como suele suceder en todo clásico, con gran colorido en las tribunas y mucho fervor en los cánticos de aliento. Los “leales”, sin importar la pobre imagen que había dado el “Verde” en José Ingenieros, llegábamos con confianza e ilusión ya que, aún con el empate, se aseguraba el pasaje a la siguiente ronda. Por lo visto aquella tarde, no siempre tener dos resultados a favor es sinónimo de objetivo cumplido; lo digo ya que en ocasiones nos preguntábamos por qué nos tocaba estar obligados a un solo resultado y el rival a dos; y en otras por qué no teníamos la chance de definir la serie en condición de local. En fin, lo cierto y concreto es que a lo largo del tiempo, nos sucedieron todas las probabilidades de definición, y las mismas se nos escurrieron como agua entre las manos, al igual que en ésta, ya que el agua no faltó a la cita, puesto que la lluvia que cayó sobre gran parte del partido fue muy intensa. Pensábamos que la actitud calculadora que tuvo Excursionistas en el partido de ida, se debía exclusivamente al carácter de jugar de visitante, y que no era un sistema de juego a implementarse en la serie. El “Verde” se equivocó en querer llevar a cabo nuevamente el mismo sistema táctico, dado que permitió dejar venir a un Almagro necesitado y obligado; tanto lo dejó venir que el visitante paulatinamente fue ganando la posesión del terreno y la pelota. Lentamente el trabajo realizado por Mazariche, (¿lo recuerda?) y Ruiz en el mediocampo, más los desplazamientos ofensivos de Horvath (¿le resulta conocido?) y de un ignoto Omar Catalán, que tres años después pasaría a la historia grande del Racing Club, convirtiendo el gol con el que la “Academia” conquistara la Supercopa, fue cimentando el triunfo “tricolor” que lograría con goles de Horvath de penal y de Omar Catalán, éste último luego de un grosero e imperdonable error de Julio Panelo, del quien no se tenía el mejor de los recuerdos tras su actuación dos años antes en la final con Talleres en Escalada. La jugada fatídica se produjo cuando el zaguero intentó jugar para atrás una pelota que tenía muchas probabilidades de quedarse frenada en el barro, como finalmente ocurrió y a la que se le conjugaron la salida tardía del arquero Quiroga y la velocidad del mencionado Catalán. Allí todo acabó, más allá del penal convertido por Saa y del descuento otorgado por el árbitro. La nueva decepción se daba la mano otra vez con una historia repetida; las broncas y los análisis futboleros estuvieron por doquier en el patio del “cabildo,” y se vieron alterados por fuerte reproches efectuados al zaguero Panelo, quien malamente pretendió repeler el mismo aduciendo estar bajo los síntomas de un shock nervioso, que no justifiqué en aquel momento ni aún hoy justifico.
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