Por Marcos Damián Tricarico
Comenzaban a transcurrir los primeros días de la primavera; días que dejaban atrás un invierno crudo y cruel, al igual que los años de aquél entonces. Un invierno que nos hacía sentir por primera vez el “frío” de un posible descenso a la “D”. Impensado para un grande de la divisional como Excursionistas. Largas fechas sin triunfos y un fondo de la tabla que empezaba a desplegar sus tentáculos en pos de atraparnos. Sólo 3 puntos nos distanciaban de quien estaba en zona de descenso: Deportivo Riestra. No había promedios, ya que de haber existido el “Verde” no hubiese “parido” tal sufrimiento. Un sábado pleno de sol nos invitaba y nos convocaba al partido, “el partido” que definiría gran parte de nuestra suerte futura. Un equipo que había sufrido la idas de muchas figuras (Gador, Merlo, el flaco Pintos, Lavorato, Filardi e incluso del D.T. José Perico Pérez) y que con los pibes de la cantera (la foca Carrasco, el pito Robino) sumados al inolvidable Beto Horvath, kempo Mazariche, el “paragua” Martínez Fariña, Panelo, Suárez, Troncoso y el negro Ledesma salieron a poner el pecho a la parada más brava de esos años. El 0 a 0 del primer tiempo reflejaba el temor de ambos por perder, aunque para Riestra era mejor resultado que para nosotros. Y mejor aún cuando a los 10’ del segundo tiempo el coreano Pah Van Thu, el “11” del equipo del bajo Flores ponía el 1 a 0. Nunca jamás se sintió tanto frío en un día de 28º grados al sol. Heladas, tiesas, inmóviles habían quedado nuestras almas, nuestras esperanzas. Lágrimas viejas y curtidas en rostros que demarcaban el paso del tiempo, como también nuevas en las caras jóvenes de los “adolescentes leales” que no comprendían lo que estaba sucediendo. Pero a los 2’ de aquél gol y en el viejo arco de José Hernández, el Verde recordó sus tiempos de grandeza, sacó toda su historia ya que era lo único que le quedaba y empató con un cabezazo de Panelo. A partir de allí el rumbo del partido y de nuestro Excursio en el resto del torneo cambió definitivamente. Se lo llevó por delante a Riestra, lo metió contra su arco, y tanto fue el cántaro a la fuente que los goles llegaron. Mazariche puso el 2 a 1 y sobre el final en una corrida espectacular el pibe Carrasco ponía el 3 a 1 y la alegría de saber que nos quedábamos en la “C”. Éxtasis, llantos, algarabía, abrazos por doquier, como aquél que estreché por primera con el “panzi” Sayegh, en una tarde de primavera que irreversiblemente dejaba atrás la sensación fría de un posible descenso.
Comenzaban a transcurrir los primeros días de la primavera; días que dejaban atrás un invierno crudo y cruel, al igual que los años de aquél entonces. Un invierno que nos hacía sentir por primera vez el “frío” de un posible descenso a la “D”. Impensado para un grande de la divisional como Excursionistas. Largas fechas sin triunfos y un fondo de la tabla que empezaba a desplegar sus tentáculos en pos de atraparnos. Sólo 3 puntos nos distanciaban de quien estaba en zona de descenso: Deportivo Riestra. No había promedios, ya que de haber existido el “Verde” no hubiese “parido” tal sufrimiento. Un sábado pleno de sol nos invitaba y nos convocaba al partido, “el partido” que definiría gran parte de nuestra suerte futura. Un equipo que había sufrido la idas de muchas figuras (Gador, Merlo, el flaco Pintos, Lavorato, Filardi e incluso del D.T. José Perico Pérez) y que con los pibes de la cantera (la foca Carrasco, el pito Robino) sumados al inolvidable Beto Horvath, kempo Mazariche, el “paragua” Martínez Fariña, Panelo, Suárez, Troncoso y el negro Ledesma salieron a poner el pecho a la parada más brava de esos años. El 0 a 0 del primer tiempo reflejaba el temor de ambos por perder, aunque para Riestra era mejor resultado que para nosotros. Y mejor aún cuando a los 10’ del segundo tiempo el coreano Pah Van Thu, el “11” del equipo del bajo Flores ponía el 1 a 0. Nunca jamás se sintió tanto frío en un día de 28º grados al sol. Heladas, tiesas, inmóviles habían quedado nuestras almas, nuestras esperanzas. Lágrimas viejas y curtidas en rostros que demarcaban el paso del tiempo, como también nuevas en las caras jóvenes de los “adolescentes leales” que no comprendían lo que estaba sucediendo. Pero a los 2’ de aquél gol y en el viejo arco de José Hernández, el Verde recordó sus tiempos de grandeza, sacó toda su historia ya que era lo único que le quedaba y empató con un cabezazo de Panelo. A partir de allí el rumbo del partido y de nuestro Excursio en el resto del torneo cambió definitivamente. Se lo llevó por delante a Riestra, lo metió contra su arco, y tanto fue el cántaro a la fuente que los goles llegaron. Mazariche puso el 2 a 1 y sobre el final en una corrida espectacular el pibe Carrasco ponía el 3 a 1 y la alegría de saber que nos quedábamos en la “C”. Éxtasis, llantos, algarabía, abrazos por doquier, como aquél que estreché por primera con el “panzi” Sayegh, en una tarde de primavera que irreversiblemente dejaba atrás la sensación fría de un posible descenso.
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